El melanoma es el cáncer de piel más peligroso
Con motivo de la celebración del Día Mundial del Melanoma el 23 de mayo, traemos a nuestro blog la entrevista realizada por Laura Miyara al Dr. López Estebaranz en lavozdegalicia.es
El melanoma es el cáncer de piel más peligroso. Es la primera causa de muerte por enfermedades cutáneas y su incidencia anual está aumentando tanto en mujeres como en hombres. Un informe del Centro de Investigación Biomédica en Red (Ciber), la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) y la Asociación Española contra el Cáncer muestra que en la últimas dos décadas se han visto incrementos significativos, sobre todo entre las personas mayores de 65 años, que representan un 44 % de los casos. Se trata, sin embargo, de un tipo de tumor que se puede prevenir. Se sabe que la aparición del melanoma está ligada a las quemaduras de la piel y a la exposición solar prolongada. Además, si se detecta a tiempo, la curación es posible en la gran mayoría de los casos. Por eso, el énfasis debe estar en la fotoprotección y en las revisiones constantes. Así lo aconseja el doctor José Luis López Estebaranz, investigador en dermatología y presidente del Colegio Iberolatinoamericano de Dermatología (Cilad), entidad en la que están representados más de 23 países. En el Día Mundial del Melanoma, el experto da las claves para evitar esta enfermedad.
—Hay distintos tipos de cáncer que se pueden desarrollar en la piel. ¿Qué características particulares tiene el melanoma?
—El melanoma es el de cáncer de piel más peligroso y agresivo, suele afectar a gente más joven, la media de los pacientes está en torno a los 40 y 50 años. El carcinoma basocelular y el carcinoma espinocelular son los otros dos carcinomas cutáneos, que no derivan de los melanocitos, sino de los queratinocitos de las células basales de la epidermis. Estos son más frecuentes. El cáncer más frecuente a nivel mundial es el carcinoma basocelular. Y son lesiones que aparecen fundamentalmente en las zonas expuestas al sol: la cara, el escote, el tronco. Son lesiones que van creciendo muy lentamente, llega un momento en que se van ulcerando y sangran. Tienen un borde perlado, pueden ser pigmentadas o lesiones de líneas capilares sanguíneas en la superficie. El carcinoma espinocelular es más agresivo que el basocelular, pero menos que el melanoma. Son lesiones que crecen rápidamente, como cuernos cutáneos, queratósicas. Pueden aparecer en el labio o en la cara, en zonas expuestas. Y suelen aparecer en personas más mayores. Los carcinomas cutáneos aumentan con la edad.
—Dentro de los melanomas, ¿qué variaciones hay?
—El más frecuente es el melanoma de extensión superficial. Son tumores que van creciendo lentamente y de repente se sobreelevan. Estos están asociados con quemaduras en la infancia. Luego, tenemos otro, que es el lentigo maligno melanoma. Estos son manchas marrones negruzcas que van creciendo muy lentamente, durante años, y que se localizan especialmente en zonas expuestas al sol: en la cara, en la espalda y en las piernas. Otro melanoma es el nodular, que crece y se sobreeleva muy rápidamente. Es un tumor con un peor pronóstico, porque crece tan rápidamente que suele haber hay un retraso en el diagnóstico. Otro tipo de melanoma es el que ocurre en palmas y plantas de los pies, se asocia a personas de color y es más frecuente en ellas, porque hay ciertas mutaciones genéticas en estos pacientes.
—¿A qué señales debemos prestar atención para detectar tempranamente un melanoma?
—El melanoma se caracteriza por lesiones anormalmente pigmentadas, de tonalidades marrones oscuras o negras, que pueden aparecer de cero o sobre una lesión pigmentada o lunar previo que cambia. Los signos de alerta que tenemos que buscar cuando tenemos una lesión pigmentada de la piel son que sea asimétrica, que tenga bordes irregulares, que sea de un diámetro grande, de más de seis o siete milímetros, que tenga distintos colores y que vaya cambiando de forma, tamaño, color, o que nos produzca alguna sintomatología, como que de repente empiece a sangrar, que moleste o se inflame. Esos son signos de alerta ante lesiones pigmentadas. Con esta información, pedimos que la gente se autoexplore, aprovechando que la piel está a la vista y no necesitamos pruebas sofisticadas para observarla. Con solo un espejo podemos explorar la piel. Sobre todo, a las personas que tienen muchos lunares o pecas, les decimos que se fijen en lo que llamamos el signo del patito feo: si tienen varias manchas o lunares pero una es muy distinta a las demás, y si ha ido cambiando, con más motivo es signo de alerta. Si aparecen lesiones que no estaban previamente, hay que consultar con un especialista. El diagnóstico es eminentemente clínico. Luego, utilizamos técnicas de imagen que nos dan más precisión, como la dermatoscopia digital, que nos permite aumentar la sensibilidad y la especificidad en el diagnóstico de estas lesiones melanocíticas en la piel.
—¿Qué factores de riesgo nos pueden predisponer a desarrollar estas lesiones?
—Si una persona ya ha tenido un melanoma previo, tiene más probabilidades de poder tener un segundo. Aquellas personas que tienen muchos lunares, más de cincuenta o cien, tienen más riesgo. También las que tienen antecedentes familiares, una madre o un padre que han tenido melanoma, tienen más probabilidades. Otro factor importante es haber sufrido quemaduras solares, sobre todo en la infancia. Esto aumenta el riesgo, al igual que la exposición crónica. Estos dos tipos de quemadura o exposición pueden provocar dos tipos de melanoma distintos. Están estas quemaduras agresivas en la juventud, y luego está la exposición crónica constante a la radiación ultravioleta de la piel, que hace que al cabo de un tiempo pueda aparecer melanoma u otros cánceres cutáneos, como el carcinoma basocelular y el carcinoma espinocelular en la zona expuesta. Luego, hay otro grupo de pacientes que tienen mayor riesgo, que son aquellos que están con tratamientos inmunosupresores que disminuyen las defensas. Pueden estar incluidos aquí los pacientes trasplantados, que toman estos medicamentos para evitar el rechazo del órgano, pero por esta misma medicación pueden tener más riesgo de neoplasias cutáneas.
—¿Cuáles son los tratamientos más efectivos para el melanoma?
—Lo más efectivo, en realidad, es la prevención. Y por eso insistimos tanto en protegernos del sol, de la radiación ultravioleta, que es el factor sobre el que podemos incidir, sobre todo en edades precoces. Luego, el tratamiento más efectivo suele ser quirúrgico, la extirpación de la lesión tumoral. Y también están apareciendo en los últimos años una serie de terapias dirigidas contra las mutaciones genéticas que hay en el melanoma, como el BRAF, que es una mutación que está presente en un 60 % de los pacientes. Y hay otros tratamientos que van apareciendo y son inmunomoduladores que aumentan las defensas del organismo, los linfocitos que atacan a las células cancerígenas. Los estamos usando sobre todo en fases avanzadas de la enfermedad. Tenemos entre ellos el nivolumab, el pembrolizumab y otros inhibidores de la vía MEK KRAS. Ha habido una innovación en fármacos que nos permiten tratar formas más avanzadas y agresivas de melanoma y otros carcinomas cutáneos.
—¿Cómo se realiza el tratamiento quirúrgico?
—Es la extirpación de la lesión con un margen de seguridad que va a ser mayor o menor según el grosor tumoral del melanoma. En algunos casos hacemos luego también biopsias de lo que se llama ganglio centinela, que es quitar el ganglio al que irían también las células del melanoma en el caso de que se diseminaran.
—¿Cómo es la supervivencia en el melanoma?
—Varía mucho. Depende del estadio del paciente. En las primeras fases, cuando las células del melanoma están en las capas más superficiales de la epidermis, logramos curaciones con la extirpación prácticamente en el 100 % de los casos. Pero hay que tener en cuenta que en el melanoma lo que medimos fundamentalmente es el índice de Breslow, que es la profundidad a la que llegan las células del cáncer en la piel. A mayor profundidad, mayor agresividad del tumor y menor supervivencia. Entonces, cuando ya vemos estas células en la dermis profunda o en el tejido subcutáneo, la supervivencia a diez años baja mucho y puede ser menor al 50 %.
—¿Qué podemos hacer para prevenir el melanoma, más allá de protegernos del sol?
—Es importante, además de prestar atención a la exposición solar, no quemarse con el sol y usar fotoprotectores adecuados, hacer revisiones periódicas de la piel. Autoexplorarnos la piel una vez al mes y acudir a un especialista dermatólogo una vez al año y ante el cambio o aparición de alguna lesión sugestiva.
—¿El fotoprotector se debe usar todos los días?
—La fotoprotección hay que aplicarla en las zonas expuestas a la luz, cuando estamos expuestos a la radiación ultravioleta durante el día. Incluso cuando está nublado, el UVA sigue pasando y hay que protegernos. Hay distintas formas de hacerlo, con prendas, sombreros, gafas, fotoprotectores físicos o químicos aplicados sobre la piel. Si vamos a estar al aire libre, hay que aplicarlo. Si vamos a estar en casa o en una oficina y no entra la luz, no. Pero las zonas fotoexpuestas conviene protegerlas. Tengamos en cuenta que, además de prevenir las lesiones, esto va a disminuir el envejecimiento de la piel, la aparición de manchas y arrugas. El mayor agente que hace que envejezca la piel es la radiación ultravioleta. Yo siempre les digo a mis pacientes que se fijen en sus abuelos o sus padres, en cómo tienen la piel de la cara comparada con otra parte del cuerpo que no haya estado tan expuesta al sol, como la parte baja de la espalda. Son pieles totalmente distintas. Una piel es nueva y la otra está deteriorada por la exposición a estos factores ambientales.
—¿Los protectores solares orales sirven para prevenir el melanoma?
—Son coadyuvantes, pueden mejorar un poquito la exposición a la radiación ultravioleta y los efectos nocivos de esta. Sobre todo, los que contienen betacarotenos y antioxidantes. Pero no sustituyen a los fotoprotectores tópicos, son complementarios.
—¿Qué hay que tener en cuenta a la hora de elegir un fotoprotector?
—Cada tipo de piel necesita un tipo de crema distinta. Lo importante es que tenga una protección alta cuanto más alta, mejor, para que filtre los rayos UVA, UVB y la luz visible. Cada vez tenemos filtros más eficientes en este sentido, que filtran las distintas longitudes de onda de la radiación ultravioleta. La más dañina es la UVB y UVA.
—¿Qué se está estudiando en cuanto al tratamiento del melanoma?
—Hay mucho avance, desde técnicas diagnósticas para detectar mutaciones o marcadores genéticos en melanoma, hasta técnicas de imagen de mayor precisión, la microscopia confocal nos ha aportado mucho en este sentido. Luego, hay nuevas terapias con fármacos inmunomoduladores que aumentan las defensas y van dirigidos a las células cancerígenas para eliminarlas y evitar la diseminación del tumor.
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