Dermatitis Atópica

«Dermatitis Atópica o Eczema Atópico: una enfermedad frecuente en la infancia con una base genética”

Dr Jose Luis López Estebaranz

La dermatitis atópica es una enfermedad pruriginosa inflamatoria crónica y recurrente de la piel que afecta fundamentalmente a niños aunque también puede afectar a adultos.

Es una enfermedad muy frecuente afectando hasta al 25% de la población infantil y al 2-3% de los adultos.

La enfermedad se desarrolla en el 60% de los casos ya en el primer año de vida, y hacia los 5 años de edad cerca del 90% han desarrollado la enfermedad que se suele resolver en la edad adulta. No obstante, existen casos en los que aparecen las lesiones sólo en la edad adulta sin haber tenido previamente lesiones en la infancia.

Dermatitis Atópica Dermomedic

En el desarrollo de la dermatitis atópica intervienen factores de predisposición genética, factores ambientales y alteraciones inmunológicas que cada vez conocemos con mayor precisión

Conocemos la existencia de unos factores de predisposición o de mayor riesgo a desarrollar la dermatitis atópica. Estos son fundamentalmente dos, la existencia de antecedentes familiares de atopia y la presencia de mutaciones en el gen que produce la filagrina.

El 70% de los pacientes con dermatitis atópica tienen antecedentes familiares de atopia. Y se ha observado que aumenta por 2 o 3  el riesgo de desarrollar Dermatitis atópica si uno de los padres es atópico, multiplicándose por 3-5 veces si los dos padres son atópicos.

La filagrina es proteína implicada en las funciones y estructura de la epidermis, y estrato córneo.  Es fundamental para mantener la integridad de la barrera cutánea, al producir el factor natural humectante de la piel y mantener el pH de la piel, entre otras funciones. En los últimos  10 años se ha identificado la presencia de mutaciones en el gen de la filagrina que ocurren en cerca del 60% de los pacientes con dermatitis atópica. Al carecer de esta proteína, los pacientes con esta mutación tienen alterada la barrera epidérmica cutánea. La presencia de estas mutaciones del gen de la filagrina se ha comprobado que se asocian al desarrollo más precoz de dermatitis atópica, a mayor gravedad de la enfermedad y a mayor riesgo de desarrollo sobre infecciones por el virus del herpes en estos pacientes.

La dermatitis atópica es una enfermedad que cursa en brotes recurrentes con lesiones en la piel enrojecidas, con sequedad, exudación, costras y liquenificación o engrosamiento de la piel.  Son lesiones que pican y ocasionan un importante malestar al paciente. Además, estos pacientes pueden presentar o desarrollar con más frecuencia rinitis alérgica, asma y alergias alimentarias (la conocida como marcha atópica)

El diagnóstico de la dermatitis atópica es clínico por el tipo de lesiones y forma de presentación. Es el dermatólogo el que realizará el diagnóstico de la enfermedad por las características y evolución de las lesiones. En ocasiones se realizará una analítica sanguínea para determinar los valores de la protína Ig E. Los niveles de esta proteína Ig E suelen estar elevados hasta en el 80% de los casos, pero no son específicos. No existe hasta ahora ningún marcador biológico específico de la dermatitis atópica.

Es importante distinguir la Dermatitis atópica de otras enfermedades con características a veces similares como la dermatitis seborreica, principalmente en los primeros años de vida, otros tipos de eczemas (irritativos y de contacto) y otras dermatosis eritematoescamosas (psoriasis, linfoma cutáneos, escabiosis, tiñas, …). En ocasiones es necesario realizar una biopsia cutánea para establecer el diagnóstico exacto.

La severidad de la dermatitis atópica viene determinada por la intensidad de las lesiones y su repercusión en la calidad de vida de los pacientes que la padecen. Se han descrito múltiples escalas de medida de la severidad de la dermatitis atópica, sin que ninguna se haya convertido en el “gold standard”. Las más utilizadas son el SCORAD, EASI, IGA. También es importante evaluar la influencia de la enfermedad en la calidad de vida del paciente y sus familiares. Se ha comprobado que más del 60% de los niños tienen alteraciones en el sueño. También es más frecuente la depresión y alteraciones conductuales como el déficit de atención e hiperactividad.  En el manejo de los pacientes es importante tener en cuenta todas estas repercusiones para instaurar el tratamiento más adecuado y dar el soporte necesario.

Hoy día disponemos de múltiples terapias para manejar la dermatitis atópica. Cremas con antiinflamatorios de distinta naturaleza, inmunomoduladores, fototerapia, inmunosupresores, etc. Son algunos de los agentes terapéuticos empleados. Al ser una enfermedad en la que está dañada la barrera cutánea es fundamental las medidas activas para restablecer la misma y mantenerla integra.

Según la severidad, recurrencia y características personales del paciente, el manejo debe individualizarse para conseguir unos resultados óptimos. Además, hoy día disponemos de la posibilidad de realizar unos tést genéticos para ver la predisposición o riesgo a desarrollar la enfermedad , prinicipalmente en pacientes de riesgo o familiares de personas atópicas (Dermatopictest).

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